Les presentamos una historia sorprendente que nos envió Nancy, una seguidora del programa.

5- “El misterioso pájaro“ – Nancy.G

Comparto mi historia: no recuerdo bien la edad que tenía, tal vez 8, 9 o 10 años, no lo sé.

Soy riverense e hija única de un matrimonio que luego de 14 años se terminó.

Mamá, mujer joven analfabeta y muy influenciable, empezó de pronto a sentir miedo y yo no entendía por qué ni de qué. Pero recuerdo una tarde que ella aterrada le cuenta a mi abuela que todas las mañanas la despertaba un pájaro amarillo, que con su pico negro golpeaba ferozmente el vidrio de la ventana de la cocina.

Mi abuela curiosa y preocupada con el estado psíquico de mi mamá nos acompañó hasta casa ya que vivíamos a menos de media cuadra. Pudimos comprobar que de la ventana de la cocina hasta un paraíso que estaba plantado a unos 2 metros de la misma, había un camino formado por la acumulación de excrementos de pájaro. La abuela la aconsejo que por la mañana siguiente, mamá lo espantara de alguna manera. Pero no importaba lo que le hiciera, el pájaro a la mañana siguiente ahí estaba.

Empezaron a creer entonces, que le podrían haber hecho un hechizo. Ya que papá era muy mujeriego. Recuerdo entonces que acompañando a mi madre conocí lugares y personas que me mortificaban, y más aun lo que practicaban. Para entonces papá empezó a creer que algo malo sucedía y empezó a sentirse incomodo en casa, pues hasta el café que religiosamente lo tomaba a las 18:00hs, lo hacia pero en cuclillas del lado de afuera de la casa (como que no aguantaba el aire pesado y el clima de miedo que nos rodeaba). Una noche, apareció una médium en mi casa, era una señora vestida con una túnica blanca, como las que usan las maestras. Estaba impecablemente vestida y calzada de blanco. En un momento dado apunta hacia un pedazo de tronco de alrededor de 2 metros que estaba incrustado en el suelo de tierra a mitad de camino entre el paraíso y la ventana de la cocina y ordeno que alguien lo quitara. Para cuando lograron quitar al tronco, este dejó un pozo de casi 80 centímetros de profundidad y 50 centímetros de diámetro. Entonces la señora con la túnica blanca se agacho y saco de dentro de aquel pozo, un muñeco hecho a mano relleno de pasto y llevaba puesto un poncho, estaba impregnado de barro y lodo como si hubiera estado enterrado hacia bastante tiempo. El pájaro nunca más apareció. Algunas semanas después, ya era madrugada, yo miraba tele y mamá dormía, papá como siempre no estaba, de pronto levanto la mirada y desde el dormitorio veo un hombre muy alto, de botas, bombacha, poncho y sombrero, que cruza la cocina hacia el living, su aspecto era rudo, serio, lo vi de perfil, pues él jamás me miro.

Asustada desperté a mi madre y le conté lo que había visto. Mamá rápidamente se levanta buscando a tal persona pero comprueba que estamos solas y que es imposible que alguien hubiera cruzado por ahí ya que tanto la puerta de la cocina como la del living están cerradas y trancadas por adentro.

Hasta el día de hoy me acuerdo de ese hombre y se me erizan todos los bellos del cuerpo.

Cabe destacar que mi madre cuenta con 62 años ya y no duerme sola ni por todo el oro del mundo y yo con 38 no puedo mirar el programa Voces Anónimas porque es de noche y luego no puedo dormir, pero si he leído los libros, porque lo hago de día y de preferencia con mi marido y mi hija de ocho años a mi lado.

Sé que soy miedosa, pero esa noche cuando vi a ese hombre, estaba mirando una comedia, hasta me estaba riendo, es imposible que mi mente me hubiera jugado una mala pasada.